Les conté en mi último posteo que la invitación a participar del Festival de Cine en La Floresta me llenó de alegría. Semanas antes del evento, los organizadores me enviaron la película para poder analizarla previamente. La idea era compartir mi parecer desde el punto de vista de la Psicología, y la sensación inicial fue la de que aunque ya tenía unos años (es de 2015), tiene plena vigencia en relación a los modos de relacionarnos actualmente.
Llegué en familia horas antes, y era un día de sol, así que la oportunidad fue imperdible: después de un heladito, bajar a la playa. Pantalones remangados, descalzos en la arena, pelota y sillas playeras, me conecte con la fluidez del mar y sus maravillas, y en un momento de silencio conmigo misma, me surgió una idea: la conexión y la desconexión.
Al llegar a la sala y tomar contacto con los organizadores, les pedí que al terminar de proyectar la película, dejaran las luces bajas, y me permitieran invitar al público a una dinámica en que se dejaran guiar por mi voz, con ojos cerrados.
“… los invito a resonar con este momento presente… la resonancia es algo para lo que venimos preparados desde pequeños… el arte es una forma de resonar y hacernos cuestionar en torno a nuestra propia vida… y en la resonancia nos sentimos conectados … y les quiero contar algo más: la conexión es lo contrario a la adicción… acabamos de ver una una historia plagada de adicciones, de búsquedas de conexión, de búsqueda de significado… cuántos de nosotros hemos estado atravesados por distintas adicciones, cuántos de nosotros hemos buscado ser vistos, sentirnos amados, reconocidos, conectados…”
Palabras más, palabras menos, en eso constó la relajación guiada. El clima estaba generado, resonar con la película que habíamos visto todos juntos, y permitir que la historia siguiera disparando significados en nuestras mentes y nuestros corazones.
Abzurdah es un personaje frágil, con aristas inocentes y otras no tanto, vaivenes emocionales que la hacen oscilar entre el cielo y el infierno en un instante. Basada en la historia auto biográfica de Celeste, una joven de clase medio alta, con padres que se ocupan de todo lo material, y dejan de lado sus necesidades emocionales. Criada con límites imprecisos (más ligados a la disponibilidad de una madre centrada en sí misma y un padre bastante débil) se va generando un caldo de cultivo para conductas de auto agresión, una patología alimentaria, y un amor con un hombre mayor, basado en una absoluta dependencia emocional.
El final es bastante esperanzador, a pesar de lo cual sigue sonando aún la crudeza de las escenas previas, cargadas de desamor y desesperación. Doloroso relato de un amor vivido desde un modelo de relacionamiento adictivo, que lleva a los personajes a limites insospechados, esta película pinta muy bien lo que se puede generar a través de una crianza que no está basada en los pilares del buen trato y la conexión profunda.
Espero hayan disfrutado de la reseña, ¡un abrazo a todos y cada uno!